martes, 18 de mayo de 2010

JUEGO CON ESPIGAS



En aquella época, apenas si teníamos juguetes. Nuestra aliada era la imaginación y cualquier cosa nos servía para jugar. En este caso, utilizábamos las pequeña espigas silvestres. Recuerdo dos juegos con ellas y ambos relacionados con los novios.Normalmente, a esto, jugábamos solo niñas.


1-Cogíamos una espiga, la partíamos en dos, le colocábamos la parte de arriba y así , otra vez entera, nos la poníamos y sujetábamos entre los dedos corazón y anular, con la palma de la mano hacia arriba, y a la vez que nos dábamos una palmada sobre la mano que sujetaba la espiga, preguntábamos a la niña que en ese momento tenía el turno:

-¿ Tienes novio, sí o no?
La niña contestaba, pero la respuesta que valía era la de la espiga:

Si la parte rota se desprendía de la espiga, significaba que tenía novio y si, a pesar de la palmada, seguía entera, es que no tenía.


2-En este caso, cogíamos varias espigas y cada una de ellas la partíamos en varias partes, después se las tirábamos a las demás. Los novios que tenían, se contaban por los trozos de espigas que habían quedado adheridas a sus ropas.


( Hay que decir que no a todas las niñas les gustaba este tipo de juegos, ya que les daba vergüenza) ¡ Eran otros tiempos!

viernes, 7 de mayo de 2010


Creo que nunca supe el título del siguiente cuento, así que le llamaré:

CUENTO DE LA LUNA
Érase una vez una niña a la que su madre mandó a la tienda a comprar una bobina de hilo negro. Por el camino, la luna que ya había aparecido en el cielo, aunque aún era de día, le preguntó:

_ ¿Dónde vas, niña?

_Mi madre me ha mandado comprar una bobina negra. (contestó )

_Ah, pues yo necesito ese color. Cuando vuelvas me das ¡ que no se te olvide, porque si no, iré esta noche a tu casa!

_ No, no se me olvidará, señora luna (dijo )

Pero la niña se entretuvo jugando con sus amigas, después de comprar el hilo, y no se acordó de darle un poco a la luna.

Cuando llegó a su casa, se lo contó a su madre y ésta le comentó que eran tonterias. La niña, le pidió volver a salir, pero la madre le dijo que era muy tarde y que ya había jugado bastante.

La niña no estaba tranquila, así que cuando se acostó, le pidió a su madre que se quedara un ratito con ella. La madre aceptó y, de pronto, cuando la niña estaba a punto de quedarse dormida, sonaron unos golpes fuertes en la puerta: ¡ POM, POM, POM...!

La niña, se asustó, se sentó de golpe en la cama y se agarró a su madre con fuerza, diciendo:

_ ¡Ay, mamaíta mía, mía, mía ! ¿ Quién será?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_*No me voy, que en la puerta de la calle estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será ?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_No me voy, que en el zaguán estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía ! ¿ Quién será ?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_No me voy, que subiendo las escaleras estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_No me voy, que en el tercer escalón estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_No me voy, que en el descansillo de la escalera estoy.


_Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será ?
_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.
_No me voy, que el último escalón estoy.

_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será?

_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.

_No me voy que en la puerta de la habitación estoy.



_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será?

_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.

_No me voy, que en los pies de la cama estoy.


¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿Quién será ?

_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.

_No me voy, que debajo de la cama estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿ Quién será ?

_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.

_No me voy, que junto a tu madre estoy.


_¡Ay, mamaíta mía, mía, mía! ¿Quién será?

_Calla, paloma mía, mía, mía, ya se irá.

_No me voy, que...agarrándote los pelos estoy.

*Cuando habla la luna, la voz se hacía lenta y siniestra.

(Al contarlo, el narrador solía cambiar los distintos sitios de la casa por donde pasa la luna. Así, el niño, nunca sabía en qué momento terminaba el cuento y eso hacía crecer el suspense.)





Era un cuento en el pasábamos mucho miedo, pero a la vez nos gustaba.