MISIONEROS III
De once perros que tenía,
uno lo pilló el exprés;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que diez.
De los diez que me quedaban,
uno se marchó a la nieve;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que nueve.
De los nueve que quedaban,
uno se tragó un bizcocho;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que ocho.
De los ocho que quedaban,
uno lo mató un cohete;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que siete.
De los siete que quedaban,
uno se lo llevó el rey;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que seis.
De los seis que me quedaban,
uno se mató de un brinco;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que cinco.
de los cinco que quedaban,
uno lo mató un zapato;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que cuatro.
De los cuatro que quedaban,
uno lo pilló el tren;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que tres.
De los tres que me quedaban,
uno se lo llevó Dios;
no me quedan, no me quedan,
no me quedan más que dos.
De los dos que me quedaban,
uno se metió a tuno;
no me queda, no me queda,
no me queda más que uno.
Y ese uno que quedaba,
también se lo llevó Dios;
ya no queda, ya no queda,
ya no queda más que yo.
Pero yo que no soy perro
y tengo un alma inmortal;
algún día me veréis
con el Padre Celestial.( Se repite una vez mas los dos últimos versos).
viernes, 18 de julio de 2014
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