Cuando nos cae algo en los ojos, tendemos a cerrarlos y refregárnoslos con las manos. Esto, lo que hace normalmente es aumentar lo que, de por sí, es ya bastante molesto.
Mi madre me decía que lo mejor es no tocarse , y con los dedos, abrir al máximo el ojo en cuestión y mantenerlo así mientras decimos tres veces seguidas lo siguiente:
-Una mota me ha caído, San José me la quitó.
Con la leche de María
ya la mota se ha caído.
Les aseguro que en el 99%, por no decir en el 100% de los casos, da resultado, ya que mientras repetimos la retahila, al ojo le da tiempo de lagrimear y arrastrar fuera lo que se nos hubiera metido. Si alguna vez se resiste, se vuelve a empezar y , desde luego, es muy importante no tocarse el ojo.
viernes, 19 de noviembre de 2010
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